Últimamente he visto noticias que anuncian que, debido a la IA, muchos puestos de trabajo se verán amenazados.
Uno ya tiene unos cuantos años vividos y ha escuchado muchas informaciones apocalípticas, sobre cómo un avance tecnológico va a provocar el fin de algo. Los más nuevos del lugar no lo recordarán pero, durante mis inicios profesionales, los grandes sistemas tecnológicos se verían afectados por el cambio de milenio o, cómo algunos lo llamaban, el efecto 2000.
En mis casi 30 años relacionado profesionalmente con la informática, he visto como evolucionaban la tecnología. Aún recuerdo la primera vez que conecté un IIS (Internet Information Server) en fase Beta en un Windows NT 3.51, mediante ODBC (Open Database Connectivity) a un MS Access 2.0, para intentar obtener los datos y mostrarlos en una página Web. Era parte de mi TFG cuando cursaba mi Ciclo Superior de Desarrollo de Aplicaciones Informáticas en el año 1997 y aquello estaba tan en pañales, que sólo conseguimos mostrar una página con datos a medias.
De ahí, observé cómo pasábamos de 2 a 4 dígitos en el almacenamiento del año en las Bases de Datos para evitar el problema del efecto 2000.
Celebré cuando compre mi primera tarjeta de sonido Sound Blaster de 16bits y se la puse a mi 486DX66 con 4Mb de RAM, 340Mb de HDD y una pantalla de Baja radiación de 14″. Aquello era la bomba. Hoy en día mi teléfono móvil tiene 12GB de RAM, ocho núcleos de hasta 3,0 GHz e IA de séptima generación Qualcom. Con tanta potencia, parecería que los portátiles ya no serían necesarios, sin embargo, la capacidad de proceso precisan de más recursos.
La tecnología no ha parado de evolucionar, con la intención de facilitarnos las tareas. Empezamos con los detectores de humo, humedad, de luz, pasamos a los controladores del tiempo, los dispositivos de domótica que, mediante la X.25 conseguían que todos los equipos de casa estuvieran conectados. Ahora podemos controlar desde el teléfono todo lo que pasa en casa, en la oficina, en el coche o en la playa a la que queramos ir a pasear (gracias a las webcams).
Pues con la IA pasa lo mismo. Cada vez están más avanzadas y permiten realizar tareas más complejas, tornándolas más sencillas.
A mi entender, el verdadero miedo a los cambios viene de aquellos que se niegan a aprender o a adaptarse a los cambios.
Por ello creo que el problema no es la Inteligencia Artificial, sino la Inteligencia Ficticia.
¿Tú que opinas?